La no-canasta del Palau le condenó

La primera prórroga apuraba sus últimos segundos. El Real Madrid ganaba al TSKA de Moscú por 93 a 91 en la final de la Copa de Europa del 69 cuando Miles Aikenhizo falta sobre Lipso, que anotaba los dos tiros libres y empataba. En la siguiente jugada Miles Aiken dispuso de una bandeja solo, sin ninguna oposición, que hubiera liquidado el partido. Enfiló el aro pero, para alegrí de todo el público presente en el Palau Blaugrana, falló una canasta bajo el aro ruso de forma tan increíble que Ferrándiz juró que nunca volvería a vestir la camiseta blanca. Dicho y hecho. El TSKA se llevaría el título en la siguiente prórroga y Aiken se marcharía a Italia.

El final de su trayectoria de blanco no haría justicia con el hombre que había ayudado decisivamente al equipo blanco a ganar las dos anteriores ediciones de la competición. Miles había llegado en la temporada 1966-1967 a Madrid en un momento en que el equipo necesitaba un revulsivo (dos años sin ganar la Copa de Europa eran por aquel entonces demasiado) y el americano cumplió con este papel a la perfección. Su capacidad atlética y su movimiento de pies no eran, ni mucho menos habituales para un pívot de aquella época y con sus 31 puntos en las semifinales y los 23 que hizo en la final de la Copa de Europa disputada en la Ciudad Deportiva le habín hecho ganarse a la afición.

Al año siguiente Aiken no disputaría competición europea, pero volvería a brillar con luz propia cuando en la final de la cuarta Copa de Europa blanca se echó el equipo a la espalda propiciando la remontada madridista después de que Emiliano se lesionara y tanto Luyk como Brabender fuera por faltas.

El americano era un héroe y fue uno de los principales artíficies de que se conquistara la Liga al año siguiente pero la no-canasta le condenaría en Barcelona.