Cinco años después de ver como el Madrid se alzaba con su décima Euroliga en Belgrado y tras dos Final Four en la que los blancos mordían el polvo, por fin el equipo blanco se volvía a alzar con el cetro continental en la que es, sin duda, la Euroliga más inesperada que ha conquistado el equipo blanco.

Ya el hecho de alcanzar la Final Four fue algo totalmente fuera de pronóstico. Tras perder los dos primeros partidos en el WiZink Center ante Partizan, el llegar a la final a cuatro parecía totalmente imposible. Sin embargo, los blancos se repondrían y no solamente vencerían los dos partidos en Belgrado, sino también el quinto –con una nueva remontada incluída– en Madrid para alcanzar una Final Four que se iba a disputar en Kaunas (Lituania).

Este subidón, y la ayuda prestada por el club, propició que 35 peñistas se dirigieran a Kaunas a apoyar al equipo –habrían sido muchos más de no haber habido tan solo una semana de diferencia entre los Playoffs y la Final Four. Tras llegar el viernes por la mañana, y sin apenas tiempo para dejar las maletas nos dirigimos al Zalgirio Arena donde veríamos como nuestro equipo remontaba al Barcelona y se metía, un año más en la gran final.

Tras un sábado en el que visitamos Kaunas o Vilnius (el poco tiempo nos había dividido entre las dos ciudades) y en el que coincidimos por las calles con algunos jugadores como Musa, Rudy o Sergio Rodríguez, nos dispusimos a vivir un domingo en el que los nuestros se jugaban dos finales de Euroliga: la Junior y la senior. En la primera de ellas, el equipo dirigido por Javi Juárez se alzaba con su cuarto entorchado ante la selección del ANGT mientras que en la segunda serían los de Chus Mateo quienes celebrasen tras una canasta de Llull a falta de 3 segundos que pasaba a la historia del baloncesto madridista y a la de esta peña.